¿Por qué dejan de crecer los huesos?

José Miguel Robles Romero, Universidad de Huelva

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com


Pregunta formulada por Carlota, de 12 años, del IES Santos Isasa (Córdoba)


¿Te imaginas que nunca dejáramos de crecer? Seríamos gigantes de más de tres metros a los 80 años, con huesos largos como postes de luz y una espalda que no cabría en una silla. Nuestro peso corporal aumentaría más allá de lo que las articulaciones, el corazón o los pulmones podrían soportar, provocando serios problemas de salud.

En muchas especies animales (como ciertos peces, reptiles y anfibios), el crecimiento no se detiene del todo y continúa lentamente durante toda la vida. Pero en los humanos, eso sería insostenible.

Cuando somos pequeños, una de las frases que más escuchamos es: “¡Qué alto estás! ¡Cómo has crecido!”. Pero llega un momento, generalmente en la adolescencia, en que ya no nos lo dicen. Dejamos de ganar altura y, aunque cambie nuestro cuerpo en otros aspectos, los huesos ya no se alargan. ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta a esta pregunta se encuentra en una combinación fascinante entre biología, hormonas y estructuras muy concretas de nuestro cuerpo llamadas placas de crecimiento.

Los huesos no siempre son duros

Aunque solemos imaginar los huesos como estructuras duras y sólidas, no siempre fueron así. Cuando estamos en el vientre materno, comienzan siendo cartílago: un tejido flexible parecido al que tenemos en la punta de la nariz o en las orejas. Con el tiempo, este cartílago se va transformando en hueso gracias a un proceso llamado osificación.

En los huesos largos –como el fémur (muslo) o el húmero (brazo)–, el crecimiento en longitud ocurre en unos lugares especiales llamados “placas epifisarias”, o “placas de crecimiento”. Son zonas de cartílago ubicadas cerca de los extremos de los huesos. Allí se produce un constante recambio celular: unas células llamadas condrocitos se multiplican, se organizan y, finalmente, se transforman en hueso nuevo, alargando la estructura.

Imágenes de condrocitos al microscopio.
Por Emmanuelm/Wikimedia Commons, CC BY

Es importante saber que los huesos son estructuras vivas. Que continuamente tienen células que mueren y otras que nacen para sustituirlas. Esta renovación ocurre durante toda la vida, no sólo cuando nos los rompemos. En cambio, el crecimiento solo ocurre durante la infancia y gran parte de la adolescencia.

El papel de las hormonas

Durante la niñez, varias hormonas regulan el crecimiento óseo, como la hormona del crecimiento (GH) y los factores de crecimiento similares a la insulina (IGF-1). Sin embargo, cuando llega la pubertad entran en juego otras hormonas: los estrógenos y la testosterona. Aunque se asocian respectivamente con las chicas y los chicos, ambos sexos producen las dos (en diferentes cantidades), y ambas influyen en el crecimiento de los huesos.

Estas hormonas estimulan primero un “estirón” muy evidente (el típico de la adolescencia), pero después provocan que las placas de crecimiento se cierren. Es decir, ese cartílago que permitía que el hueso se alargara desaparece y se transforma completamente en tejido óseo. Es el final del crecimiento humano.

¿A qué edad dejan de crecer los huesos?

La edad puede variar de una persona a otra. En general, las niñas tienden a alcanzar su altura adulta entre los 14 y 16 años, y los niños, entre los 16 y 18. Sin embargo, hay adolescentes que siguen creciendo hasta que sus placas de crecimiento se cierran por completo, algo que puede ocurrir hasta los 20 años en algunos casos.

¿Sabías que los médicos pueden saber si aún sigues creciendo? Lo averiguan observando una radiografía de la mano o la muñeca: si las placas de crecimiento son aún visibles, probablemente esa persona todavía no haya alcanzado su estatura definitiva. Cuando siguen estando activas, dichas placas son más claras que el resto del hueso, debido a que su densidad es menor

Además, se trata de estructuras muy delicadas. Si un niño o adolescente sufre una fractura cerca de una de las placas, puede alterarse su crecimiento óseo. Por eso es tan importante tratar adecuadamente cualquier lesión en edades de desarrollo. Afortunadamente, los avances en traumatología pediátrica permiten hoy intervenir de manera muy precisa para evitar o corregir tales problemas.

¿Se podrían “reabrir” las placas de crecimiento?

La ciencia actual no ha encontrado una forma segura de reactivar las placas de crecimiento una vez que se han cerrado. Por internet circulan algunos mitos sobre suplementos, hormonas o ejercicios milagrosos para seguir ganando altura después de la adolescencia, pero no tienen base científica. Incluso el uso de hormonas de crecimiento en adultos no aumenta la estatura, y su uso indebido puede causar graves problemas de salud.

¿Y si alguien no crece lo suficiente?

En algunos casos, ciertas personas tienen problemas para crecer debido a causas genéticas u hormonales o determinadas enfermedades. Algunos trastornos, como el déficit de hormona del crecimiento o el hipotiroidismo, pueden detectarse y tratarse con ayuda médica. Por eso es importante realizar controles pediátricos regulares y acudir al especialista si fuera necesario.

Pero debemos tener en cuenta que existen muchas variantes que son completamente normales. No todas las personas alcanzan la misma estatura, y eso no significa necesariamente un problema. La genética tiene un peso enorme: si tus padres son bajos, es muy probable que tú también lo seas. Y eso es completamente natural.

Crecer no es solo hacerse más alto

Aunque nuestros huesos dejen de alargarse, el cuerpo sigue cambiando a lo largo de la vida. La masa ósea, por ejemplo, alcanza su punto máximo entre los 20 y los 30 años, y luego empieza a disminuir lentamente. Por eso, una alimentación adecuada y el ejercicio físico son fundamentales para tener huesos fuertes durante toda la vida.

Además, crecer no es solo una cuestión física. En la adolescencia también se desarrollan el cerebro, las emociones, la personalidad, la autonomía… Así que, aunque dejes de crecer en centímetros, puedes haciéndolo en muchos otros aspectos.


El museo interactivo Parque de las Ciencias de Andalucía y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.The Conversation


José Miguel Robles Romero, Profesor Doctor de la Facultad de Enfermería, Universidad de Huelva

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Author: viajes24horas

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https://republicadominicana24horas.com

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